La Guerra de la Triple Alianza

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La guerra de la triple alianza
por aletano

1. El Brasil
2. El Paraguay
3. Resumen: causas de la guerra
4. La política de Mitre
5. Las principales batallas
6. Hacia el final de la guerra con el Paraguay
7. Alberdi: el "traidor"
8. Bibliografía utilizada

EL BRASIL

¿Qué busca el Brasil en el Río de la Plata? Lo que le falta desde el día en que los portugueses tomaron posesión de la parte del nuevo mundo que les habían abandonado los primeros conquistadores españoles. Confinados en la zona tórrida, los brasileros ocupan un suelo hermoso sin duda, pero que en sus inmediaciones al mar sólo puede ser habitado por las razas de África, y cuyas regiones interiores son inaccesibles por falta de vías de comunicación.

Esa necesidad le ha tenido en guerra con los países españoles inmediatos desde la época del descubrimiento, y la cuestión actual no es más que la prolongación de un pleito que, bajos distintos nombres y pretextos, cuenta siglos.

La cuestión para el Brasil no es de forma de gobierno, ni de raza, ni de nacionalidad, ni es cuestión política, ni mucho menos de personas ni de indemnizaciones de agravios recibidos: es más grave que todo eso, es de seguridad, de subsistencias, de población y de civilización, de vida o muerte para el Brasil.

El Brasil necesita salir de la zona tórrida en la que esta metida casi la totalidad de su territorio, y no tiene más que una dirección para buscar los territorios templados que carecen. Esta dirección es el territorio del Paraguay.

Tres causas hacen esenciales a la vida del Brasil estos territorios que busca en el Plata:

o La necesidad de poblarse con las razas blancas de Europa, para las cuales busca territorios templados que no tiene.

o La necesidad de tierras apropiadas para la producción de artículos de alimentación y sustento para su pueblo que no tiene, al menos, disponibles.

o La necesidad de asegurar sus actuales territorios inmediatos a los afluentes del Plata, por la adquisición y posesión de los países propietarios de la parte inferior de esos ríos.

Así el Brasil, en su propensión histórica y tradicional a extender sus límites hasta el Plata y sus afluentes, cede a la fuerza de invencibles necesidades que interesan a su población, a su subsistencia y a su seguridad.

El Brasil, poseedor absoluto del Amazonas y sus caudalosos afluentes, así como de una extensión de territorio equivalente a un cuarto del nuevo mundo, ¿sería el país tan destituido de ríos y de territorios que necesitase quitarlos a las repúblicas liliputienses de su vecindad? Tal es la objeción con que los brasileros enmudecen los que admiran sin examen las proporciones colosales del territorio del imperio de la América del Sud.

Una simple reflexión, sin embargo, bastaría para destruir esa objeción. Si los brasileros tienen territorios de sobra, ¿para qué salen a establecerse en el territorio estrecho e inseguro?

El África es el doble más grande que el Brasil, y su territorio entero no vale la isla de Gran Bretaña, que representa la 130 parte. No es la extensión, es la condición del suelo lo que importa considerar. Una cuestión de geografía como esta, no se comprenderá jamás si no se estudia con un mapa a la vista.

Aunque el Brasil tenga en ese entonces siete millones de habitantes, era un país relativamente desierto, si se toma en cuenta la extensión de su suelo. Luego sus habitantes que se establecen en el Plata, no salen del Brasil por falta de espacio, sino porque el espacio habitable y útil para el hombre de raza blanca, es escaso y pequeño.

EL PARAGUAY

El Paraguay tiene por adversarios natos al Brasil y a Buenos Aires, por pecados cuyo principio está en su situación geográfica.

EL PARAGUAY Y EL BRASIL

El territorio del Paraguay está como enclavado dentro del territorio de Brasil, y en medio de dos ríos que son brasileros absolutamente en su origen, y paraguayos en sus dos márgenes, desde que se hacen navegables. Esos ríos son el Paraná y el río Paraguay. De este modo el Paraguay posee las llaves de las dos grandes puertas interiores del Brasil.

Paraguay es necesario para el mantenimiento de la integridad del Brasil porque tiene el afluente soberano y principal, que sirva de única comunicación entre el interior del Brasil y su capital en ese momento, Río de Janeiro.

El Paraguay, por su situación geográfica, es la república instalada en el corazón del imperio. Y esa república independiente y soberana no está como Bolivia, aislada del resto del mundo, sino en contacto directo con Europa por ríos opulentos y libres al mar.

Y por medio del territorio fluvial de esa república, y con su venía, digámoslo así, tienen que pasar los mandatos imperiales, que salen de Río de Janeiro para ser leyes en Matto Grosso y Paraná. No porque el río Paraguay sea la mejor o más corta vía entre esos dos extremos del imperio, sino porque es la única, pues por tierra, atendida la distancia y el modo de ser del país desierto, solitario y salvaje, Cuyabá, capital de Mato Grosso dista demasiado de Río de Janeiro.

La provincia brasilera de Mato Grosso no tiene más lazo de dependencia material de Río de Janeiro que el río Paraguay, su único canal de comunicación. Así el río Paraguay es necesario a la integridad del Brasil por dos motivos diferentes:

o Porque sirve para asegurarle y conservarle las provincias que hoy posee,

o Porque basta su sola posesión para darle el territorio del Paraguay, atravesado por él, y quizá incluso las provincias Argentinas de Corrientes y Entre Ríos, situadas al oriente del Paraná, que es como una prolongación del Paraguay.

Tomar el río Paraguay por límite occidental sería para el Brasil tomar las puertas orientales de Bolivia, que son los ríos Bermejo y Pilcomayo, navegables ambos, y afluentes del Paraguay en la altura en que este río es propiedad absoluta del país de su nombre.

El Paraguay, constituido en estado independiente en faz de las provincias interiores del Brasil, es el monitor pasivo de la regeneración de esos países, en el sentido de la libertad de su tráfico directo con el mundo. El simple echo de su existencia en el corazón de América, es una revolución contra el régimen colonial, reservado por el Brasil a sus provincias de Matto Grosso y de Río Grande, en daño de la cultura de sus habitantes y del comercio de Europa.

La independencia del Paraguay es la independencia de Río Grande y Matto Grosso, por la mera fuerza de las cosas. El Paraguay mismo no podría impedir la acción natural de su ejemplo.

Los afluentes del Plata (el Paraguay, el Paraná y el Uruguay) ligan de tal modo en un común destino a las provincias meridionales del Brasil con los países litorales argentinos, que si el Brasil no consigue anexar estas regiones a su territorio, las provincias litorales del Brasil tendrán que segregarse del imperio antes de medio siglo, para formar familia con las naciones del Plata: o tienen todas que ser libres por el tráfico directo con Europa o que gemir todas tristes en una triste y común clausura.

El Brasil olvida que su propia desembarcación puede ser el resultado de la que imprudentemente se empeña en suscitar en los países de su vecindad.

El Paraguay representa la civilización, pues pelea por la libertad de los ríos contra las tradiciones de su monopolio colonial; por la emancipación de los países mediterráneos; por el noble principio de las nacionalidades; por el equilibrio, no solo del Plata, sino de toda la América del Sud, pues siendo todas sus repúblicas, excepto Chile, países limítrofes del Brasil, cada victoria del Paraguay es victoria de todas ellas, cada triunfo del Brasil es pérdida que ellas hacen en la balanza del poder americano.

En el terreno de las armas, la lucha entre el Paraguay y el Brasil es menos desigual de los que se imaginan los que juzgan de sus fuerzas respectivas por las dimensiones de sus territorios.

La mera distancia en que el Paraguay se encuentra respecto de Río de Janeiro, centro de los recursos del imperio, es ya una gran ventaja para el primero en la lucha que los divide. Si el tiempo es plata, el espacio es oro. Al Paraguay le basta dar un paso para arrebatar a Brasil inmensas posesiones, o ejercer en ellas un influjo desastroso para su autoridad.

La capital del imperio esta demasiado lejos del teatro de la guerra. Aunque situados en el mismo continente, la guerra que el Brasil hace al Paraguay es una guerra marítima, en el sentido que tiene que enviar por agua, a distancias y en plazos casi transatlánticos, sus expediciones militares. Por tierra, las capitales de ambos países distan demasiado.

Fortificados de ambos lados por caudalosos ríos y cubiertos de florestas impenetrables, el Paraguay es una grande ciudadela natural que puede desafiar todos los ataques de Brasil Buenos Aires combinados. Tiene además fortificaciones militares en que no cede a ningún país de América. Las baterías de Humaitá en el único punto de entrada que tiene el Paraguay al Sud, poseen más de doscientas bocas de fuego de grueso calibre, que todo buque es obligado, por la estrechez del río, a arrostrar, a boca de jarro, en el espacio de una legua. La Asunción misma es otra fortificación no menos importante y todo el río Paraguay tiene defensas no interrumpidas en el espacio de cien leguas.

Si la población del Paraguay es incomparablemente menos que la del Brasil, es mayor al menos que la población total de la República Argentina: es el doble de la que esta república tenía cuando hizo la guerra al Brasil en 1825, en que no pasaba de 600.000 almas. Además, el pueblo paraguayo es libre y homogéneo; la mitad de sus habitantes no son esclavos como en el Brasil.

El ejército de Paraguay, numéricamente mayor que el de la república francesa en la batalla de Marengo, consta de 60 mil hombres, es homogéneo como su población, disciplinado como un ejército de veteranos, ferviente y fresco como el soldado de América en los primeros años de su gran revolución. Sobrios, pacientes y bravos, todos los soldados saben leer, y es raro el que no sepa escribir y contar. Europa misma no tiene ejemplos de esta especie.

El Paraguay no tiene deuda pública, no porque le falta crédito sino porque le han bastado sus recursos, mediante el buen juicio con que los invierte. Habituado a vivir de recursos interiores, es pueblo a prueba de bloqueos y de sitios.

No esta dividido en partidos, lo que le quita al Brasil la ventaja de contar, para una invasión, con la vanguardia natural, que de ordinario le ofrece la anarquía crónica de otras repúblicas. Mas de cuarenta años de intrigas necesitaría el Brasil para regimentar en el Paraguay una oposición anarquista, como la de Flores, que le sirve de ejército aliado en la guerra de la Banda Oriental.

EL PARAGUAY Y BUENOS AIRES

Buenos Aires no ve en Santa Fe en Entre Ríos nada sino colonias. En los que han dejado de ser argentinos, no ve nada sino rebeldes, a quienes reconoce independientes de boca, pero sin renunciar a una esperanza secreta de reivindicarlos en más feliz oportunidad. En este caso se hallan Montevideo, Bolivia y sobre todo el Paraguay, a quien después de treinta años de vivir independientemente lo calificó Buenos Aires de provincia Argentina, todavía en 1842, y protestó contra su independencia.

El Paraguay no ha sido reconocido independiente por la República Argentina sino en 1852, bajo el gobierno nacional del Paraná, pero Buenos Aires, que nunca reconoció ese gobierno, protestó contra la validez de sus actos diplomáticos, y todo el programa de su política actual consiste en anularlos poco a poco hasta recuperar, con la ayuda del Brasil, todo lo que las provincias le quitaron desde Caseros con la misma cooperación brasilera. Así para Buenos Aires, el Paraguay no es un Estado independiente de derecho, y su reivindicación prevista es probablemente uno de los puntos subentendidos de su alianza presente con Brasil.

Con tratados y sin tratados, con declaraciones de principios o sin ellas, el Paraguay, por el simple echo de su posición fluvial, no puede existir como estado soberano sin la libertad de navegación de los afluentes del Plata.

Así, Paraguay es partidario nato de esa libertad, y parte implícita y tácita en los tratados que la consagran. Luego su mera independencia es un fallo de muerte contra los monopolios tradicionales de Buenos Aires, en las provincias litorales situadas al sur del Paraguay.

Mientras el Paraguay vivió aislado de sus vecinos para escapar de la guerra civil, que los devoraba, pudo muy bien alimentar su tesoro público con estancos y monopolios fiscales establecidos en ciertas industrias interiores. Pero desde que siente la necesidad de desarrollar su producción y riqueza para agrandar su poder en la medida que lo hacen sus rivales, tiene que ofrecer a la inmigración y al comercio el ejercicio libre de las industrias más productivas del país. Abolidos los estancos y los monopolios, tendrá que vivir de los recursos que alimentan a los pueblos más civilizados y más fuertes, -las rentas del tráfico libre, las aduanas-. A esos destinos marcha el Paraguay con una docilidad inteligente a la ley del progreso, que lo hace digno de la grandeza que, pareciese, le esperaba.

Pero desde que se vea entrado en esa vía, tendrá que chocar, como les sucede a las provincias litorales argentinas, con la pretensión de Buenos Aires a ser el puerto intermedio indispensable de los países interiores para su comercio con los países de ultramar. Ya le sucedió esto mismo en 1842 cuando, libre de la dictadura del doctor Francia, quiso el Paraguay abrir relaciones de comercio con países extranjeros. Buenos Aires le impidió todo género de relaciones con el extranjero. Así las condiciones y exigencias de su nueva vida exterior lo traen esta vez a tomar como suyo propio el viejo litigio de las provincias Argentinas con Buenos Aires. Esta comunidad de interés con las provincias lo hace ser su aliado natural, no sólo para arrancar las libertades y recursos de los cuales Buenos Aires las tiene despojadas, sino también para defenderlos y conservarlos después de reivindicarlos. Esa alianza será una de las bases permanentes de su política exterior respectiva y recíproca. Las provincias argentinas deben tomar el Paraguay como palanca para levantar el edificio de su gobierno nacional contra las resistencias de Buenos Aires.

Apoyarse en Buenos Aires para vencer a Buenos Aires, es un contrasentido y un absurdo. En esta base floja y ridícula esta apoyada, sin embargo, toda la política de los argentinos que rodeaban Buenos Aires con la esperanza de que les constituya su gobierno, renunciando para ello a los recursos que les tiene arrebatados.

En la guerra, el poder de la provincia de Buenos Aires para con el Paraguay, es completamente nulo. No se atrevió el general Mitre, después de la victoria de Pavón, a invadir la provincia de Entre Ríos, cuando estaba en el colmo de su poder, y se había de lanzar solo al Paraguay, donde sucumbió el ejército de Belgrano en 1811!

Buenos Aires no podía ejercer acción militar alguna contra el Paraguay sino apoyándose en las provincias litorales argentinas, y como éstas no servirían a Buenos Aires en su propio interés, sería preciso que empezara por conquistar las provincias. De esto se ocupa cabalmente y la guerra que hace hacer en la Banda Oriental no tiene otro objeto que subyugar a las provincias argentinas con la ayuda de Montevideo y del Brasil, para pasar en seguida al Paraguay.

Como resultado, las provincias argentinas atacaron al Paraguay en defensa de Buenos Aires.

Buenos Aires solo no habría sido un poder serio para el Paraguay. La población del Paraguay, cuatro veces mayor a la de Buenos Aires, es homogénea y compacta en opiniones, mientras que Buenos Aires tiene dividida la suya en dos partidos; el Paraguay tiene un ejército; Buenos Aires no puede decir cual es el suyo y cuál lo ajeno, empezando por sus soldados que sólo son nacionales en cuanto la nación los viste, los arma y les paga, para que sirvan a Buenos Aires.

EL PARAGUAY Y LA BANDA ORIENTAL

Montevideo es al Paraguay, por su posición geográfica, lo que el Paraguay es al interior de Brasil, la llave de su comunicación con el mundo exterior. Tan sujetos están los destinos del Paraguay a los de la Banda Oriental, que el día en que Brasil llegase a hacerse dueño de este país, el Paraguay podría ya considerarse como colonia brasilera, conservando una independencia nominal.

Ocupado Montevideo por el Brasil, la República del Paraguay vendría a encontrarse de echo en medio de los dominios del imperio. He ahí porque el Paraguay se ha visto y debido verse amenazado en su propia independencia. Por la invasión del Brasil en la Banda Oriental. Ha echo suya propia la causa de la independencia oriental, porque lo es en efecto, y su actitud de guerra con el Brasil es esencialmente defensiva y conservadora, aunque necesidades estratégicas le obliguen a salir de su frontera. Esta identidad de causa entre el Paraguay y la Banda Oriental resulta probada por el manifesto en que el Brasil acaba de anunciar a los poderes amigos su determinación de hacer la guerra al Paraguay. En él reconoce el señor Paranhos que la cuestión de límites es la causa principal de la contienda. El Paraguay reclama como límite septentrional de su territorio el río Blanco y el Brasil pretende que lo es el río Apa. Entre el Apa y el Blanco, afluentes del río Paraguay, existe un territorio de 30 leguas españolas de norte a sur, y 50 de Este a Oeste, que el Brasil reclama como suyo y que es evidentemente paraguayo. Ese territorio es ribereño del río Paraguay. En todo ese trayecto ninguno de los dos países puede hacer actos de soberanía hasta que no se defina la cuestión de límites.

Esta cuestión que puso las armas en manos de Brasil es la que este país quiere resolver de hecho, tomándole al Paraguay la ventaja que él le lleva al estar mas abajo de Mato Grosso, por la ocupación de la Banda Oriental, que es la llave de la navegación exterior del Paraguay. He ahí porque el Paraguay ha visto en peligro inminente su libertad de navegación, desde que ha visto el Brasil en camino de apoderarse de la Banda Oriental, como ya lo hizo en 1820.

La complicidad visible de Buenos Aires con el Brasil en la ocupación de la Banda Oriental, no hace sino más amenazante para el Paraguay la actitud del imperio, causa de los motivos de interés que Buenos Aires tiene por su parte de suprimir la existencia soberana del Paraguay, para no dejar ese mal ejemplo a espaldas de las provincias litorales, cuyo tráfico pretende monopolizar. Aunque el Paraguay fuera adjudicado a Brasil y no a Buenos Aires, esta provincia tendría servido los intereses de su monopolio por el mero hecho de quedar el Paraguay reducido, como Mato Grosso, a la condición de provincia interior del Brasil, mas interesado que Buenos Aires en la clausura de esas regiones.

RESUMEN: CAUSAS DE LA GUERRA

CAUSAS

o Expansionismo Brasileño - Mantener controlada la provincia brasilera de Matto Grosso, adquirir zonas templadas, aumentar población de raza europea, obtener buenos suelos, etc.

o Libre navegación de los ríos para Brasil y Buenos Aires - El primero por ser el río Paraguay una importantísima vía de comunicación y el último deseaba mantener su monopolio, que se veía amenazado por Paraguay.

o Situación Uruguay: El partido colorado (liberal) apoya a Buenos Aires y al Imperio, y el blanco (federal) se opone a estos. Brasil ocupa Montevideo para sus propios intereses, ganado terreno el partido colorado.

o Intereses Británicos: Destruir el promisorio modelo paraguayo libre de deudas antes de que su ejemplo se expanda hacia las demás naciones sudamericanas haciéndole perder a Gran Bretaña su dominio económico.

CUANDO ARGENTINA ENTRA EN LA CONTIENDA

Al principio Buenos Aires declara una "neutralidad aparente" en la guerra, no permitiéndoles el paso terrestre a Paraguay ni a Brasil. No obstante, cuando Brasil solicita permiso para el paso naval por Corrientes y Argentina accede, Paraguay, por orden de Francisco Solano López decide invadir esta provincia. En ese momento, se le declara la guerra al Paraguay.

INTERESES AMERICANOS

La indiferencia de las repúblicas de Sud América sobre la suerte de la Banda Oriental y del Paraguay, en la lucha desigual, en cierto modo, que hoy sostienen contra el imperio del Brasil, daría una triste idea del americanismo o solidaridad de los intereses americanos que tanto ruido hicieron con ocasión del conflicto reciente entre España y Perú. Los pueblos de origen español no podían ver con indiferencia la absorción de que están amenazados sus hermanos del Plata, por un imperio de raza portuguesa, alterada fuertemente por la mezcla de razas de color, pues tal absorción sería un argumento tristísimo de inferioridad en contra de la América antes española.

Corre igual peligro otro principio que hoy es americano por su generalidad, y es el principio social de la libertad civil, amenazado en el Plata por el de la esclavitud civil, consagrado por las leyes brasileras.

Las libertades de comercio y navegación fluvial llamadas a poblar, a enriquecer, y a civilizar los países solitarios del interior de América, y a unir los pueblos del Pacífico con los del Atlántico y Europa, no pueden sufrir un revés en el Plata, sin que toda Sud América se resienta de ese contraste. En este sentido, la independencia de la República Oriental es de interés americano a la par que europeo.

LA POLÍTICA DE MITRE

La política actual del general Mitre no tiene sentido común si se le busca únicamente por su lado exterior. Otro es el aspecto en que debe ser considerada. Su fin es completamente interior. No es el Paraguay, es la República Argentina. Y éste es el punto por donde esta lucha preocupa y llama la atención.

No es una nueva guerra exterior: es la vieja guerra civil, ya conocida, entre Buenos Aires y las provincias argentinas, si no en las apariencias, al menos en los intereses y miras positivos que le sustentan.

¡Pero cómo! -se dice a esto- ¿No esta ya restablecida la unión de la República Argentina? ¿No ha contribuido la misma guerra a estrechar y consolidar esa unión? Eso dice Mitre, veamos lo que se hace en realidad. ¿Que unión quiere para los argentinos? La unión en el odio contra el amigo, que ahora cinco años puso en paz honorable a Buenos Aires vencida, con las provincias vencedoras. Por el general López como mediador, estaba firmado el convenio de Noviembre, que era la base de la organización de la República Argentina.

Los que hallaron preferible la mediación del Paraguay a la de Francia e Inglaterra, son los que llevan hoy la guerra a ese pueblo a título de bárbaro!

¿Que pruebas ha dado de dicha barbarie que modifique la aplicación de los deberes argentinos? Ha sacado la espada en defensa de la independencia de la Banda Oriental contra el Brasil, y ha estado en Corrientes, en lugar de dejar que el Brasil ocupe esa provincia como quería el "neutral" general Mitre, para que hiciera de ella un cuartel general contra el amigo.

El que entregó la provincia de Corrientes a los brasileros para que la emplearan como una batería contra el Paraguay, es en efecto el que ha traído a los paraguayos en el suelo argentino.

¿Cuál es la unión que el patriotismo del general Mitre evita con el mayor cuidado en medio de la crisis actual? La unión de los argentinos en el goce de la renta de diez millones que todos ellos vierten en la aduana de Buenos Aires. El frenesí del amor por la República Argentina no va hasta devolverle sus diez millones de pesos fuertes.

La unión decantada deja en pie toda la causa de la guerra civil de cincuenta años, a saber: la renta de las catorce provincias invertida en la sola provincia de Buenos Aires.

En lugar de unir estos "dos países", se han contentado con unir dos hombres. Esto se ha llamado recoger el fruto de una gran política, es decir, conseguir que Urquiza deshaga su propia obra, su propio poder, su propia importancia.

La unión del general Urquiza con el general Mitre, en efecto, no impide que el presupuesto provincial de Buenos Aires, de valor diez millones de duros, prosiga, en plena unión, garantiéndose y pagándose con los diez millones en que consiste la renta total de las provincias, aún después de los cinco años que asignó a esa garantía el convenio de Noviembre de 1859.

¿Que hace a este respecto el patriotismo del general Mitre? En lugar de devolver a las provincias sus diez millones de duros, se los deja a Buenos Aires, y envía al señor Riestra a Londres a buscar otros diez millones prestados, por cuenta de las provincias, bien entendido, para hacer la guerra al Paraguay; es decir, para desarmar a la nación argentina del único aliado que puede ayudarla un día para reivindicar los diez millones que Buenos Aires prometio devolverle, de que se hizo garante el Paraguay y en vez de devolver aspira a retener toda su vida, como los retendrá indudablemente mientras la ciudad y puerto de Buenos Aires sean propiedad de esa provincia y no de la nación, conforme a la constitución reformada por el "patriotismo argentino" del general Mitre.

Es verdaderamente curioso que Buenos Aires, a quien la nación le tiene prestada toda su renta, por razón de que no le basta su renta local propia, se abstenga de acudir a un préstamo en Londres, y que sea la Nación (que no necesita pedir diez millones porque los tiene), la que busca en Londres esos diez millones, en lugar de tomar los suyos, que los tiene Buenos Aires! ¿Que hace entretanto el patriotismo argentino de esta provincia? Hace prestamos mensuales a la nación con su propio dinero de ella, a cargo de devolución, y con un moderado interés!

Así se comprende porqué Corrientes y Entre Ríos apoyaban al Paraguay, al igual que algunos argentinos: Si el Paraguay triunfase sobre el Brasil, la República Argentina recuperaría naturalmente sus diez millones, cuyo despojo se apoya hoy en la alianza y en las fuerzas del Brasil. Si el Paraguay, Corrientes y Entre Ríos fuesen vencidos, Argentina no volvería a ver sus diez millones en cuarenta años.

¿Es necesario entonces demostrar que la simpatía por el Paraguay es pura y simplemente amor por la República Argentina? ¿Que pretende en efecto, el Paraguay? Pues que la Banda Oriental no este ocupada por el Brasil. El patriotismo argentino del general Mitre ha creído que debía defenderse de esa pretensión, incluso antes de que Corrientes fuese invadida.

LAS PRINCIPALES BATALLAS

Excepto la batalla de Curupaití y Estero Bellaco, la triple alianza salió siempre victoriosa.

o Recuperación de Corrientes

o Tuyutí: La más sangrienta en la historia de América.

o Curupaití: Victoria Paraguaya (9000 caídos argentinos, 92 paraguayos) Esta batalla se libró en 1866.

o Batalla del Riachuelo

o Fortificación de Humaitá: Humaitá es hoy en día una población del Paraguay célebre por la heroica resistencia ofrecida en esta batalla. La batalla de Humaitá tuvo lugar en el año 1868.

o Estero Bellaco (No hubo vencedores en este combate)

o Lomas Valentinas: Lugar del Paraguay central donde se puso una de las últimas resistencias a las tropas de la triple alianza (1868)

o Yataití Corá: Un combate y una entrevista. En esta última Solano López ofrece rendirse e irse de Paraguay a cambio de la paz. La oferta es declinada por Mitre, alegando que debe respetar una cláusula en el acuerdo de la triple alianza que menciona que ningún país puede decretar la paz por separado. (Cláusula que seria posteriormente violada por Brasil sin ninguna consecuencia adversa para este) Luego, Brasil declinaría la misma oferta de Solano López, motivado por los intereses Británicos que deseaban la destrucción del Paraguay y su modelo para preservar su dominio económico en la región.

o Yatay

o Defensa del Cuadrilátero

o Línea Pikysiry

o Toma de Asunción

o Cerro Corá: Los ejércitos brasileros capturan a Francisco Solano López y a lo que quedaba de su ejercito, lo llevan al cerro corá y los matan.

Francisco Solano López: (1827 - 1870) Fue presidente del Paraguay de 1862 a 1869, sostuvo la desastrosa guerra de la triple alianza (1864 - 1870) muriendo en su ultima batalla (Cerro Corá).

HACIA EL FINAL DE LA GUERRA CON EL PARAGUAY

Buenos Aires no sacará esta vez del Paraguay absolutamente nada, solo que por fin acabará de hacer de ese pueblo el primer guerrero de la América del Sur. Buenos Aires elabora el instrumento que ha de hacer expiar sus faltas. Recogerá un día el fruto de su injusticia de 50 años para con el Paraguay y las provincias argentinas.

Se acusa al doctor Francia del aislamiento en que ha vivido ese país. Cuando murió el doctor Francia, y el presidente López intentó abrir relaciones con todos los poderes, el gobierno de Buenos Aires, se opuso a ello, obligando al Paraguay a proseguir su aislamiento. Y en 1865, Paraguay continuó bloqueado, por los intereses monopolistas de los que controlan las puertas del Plata.

Hay un echo que basta para enmudecer a todos los que calumnian a ese país, y es que el primer tratado que se celebró para la libre navegación de los afluentes del Plata por las banderas de Europa, no fue celebrado por el Brasil no por Buenos Aires, sino por el Paraguay, que en Marzo de 1853 firmó el que sirvió de norma y precedente a los célebres tratados argentinos firmados el 10 de Julio de ese mismo año, protestados por los dos poderes que bloquean al Paraguay en defensa de la libertad fluvial.

En un periódico de Buenos Aires, dijo el general Mitre en ese tiempo que un día esos tratados serían despedazados y sus fragmentos arrojados al viento.

Los que protestaron contra los tratados de libertad y a causa de esa libertad que los destituye de su preponderancia monopolista, acusaban al tratado paraguayo de que solo abrió al libre tráfico el puerto de Asunción. Pero ¿quien le dio ese ejemplo sino el tratado de 1825, firmado por García, en el cual Buenos Aires concedía a Inglaterra la libertad de comerciar con todas las provincias argentinas, con tal que no lo hiciera sino por el puerto de Buenos Aires?

Esa política ha dado al fin sus frutos, como era de esperar.

El Paraguay convertido en soldado, su suelo en ciudadela, las costas de sus ríos en baterías inexpugnables, no pensando sino en guerra, ni sabiendo hacer otra cosa que pelear heroicamente, es el resultado lógico de la política que, desde 1810 hasta 1865, ha sido una protesta y una amenaza constante contra la independencia de esa república y su derecho natural a comunicar con el mundo, por sí misma y sin sujeción a los que han querido imponérsele como su órgano forzoso y violento.

Sin la injerencia de Brasil, ¿es admisible siquiera la hipótesis de una guerra argentina con el Paraguay? No se podía salvar la identidad brasilera sino por el brazo de la República Argentina y por el instrumento de su territorio fluvial. Luego ha sido preciso que caiga la sangre argentina a fin de que el emperador del Brasil reivindique su provincia de Matto Grosso, que de otro modo habría quedado independiente.

LAS RAICES DE LA PAZ

No estaría en guerra el general Mitre contra el Paraguay, no la habría llevado antes a la Banda Oriental, no estaría el Brasil en el Plata, si la unión argentina fuese un hecho. Con sólo existir la unión de los pueblos argentinos, la actual guerra exterior carecería de razón de ser. La guerra es hecha cabalmente para evitar la unión, porque la unión practicada con verdad es el hecho que debe quitar a la provincia de Buenos Aires lo que esta arrebata a la Nación por la división o desunión de su territorio en dos países, uno tributario, el otro privilegiado.

Si Buenos Aires deseara la unión de los argentinos, no habría necesitado buscarla por el camino de la guerra con el Paraguay. Hay un camino más corto, que está siempre en su mano, y sería el de devolver a la nación lo que es de la nación, su renta, su tesoro. Pero devolverla de palabra, o en principio, no es devolverla de hecho. No hay más que un medio de practicar este hecho: devolver a la nación su capital y el puerto en que está su renta.

La triple alianza es la liga de tres enemigos natos, cada uno de los cuales desconfía mas de su aliado que del enemigo común. No es extraño que ella encierre tres políticas, siendo cada política doméstica en sus miras, para cada aliado. Las tres son injustas y por eso cada uno de los aliados busca su objeto interior por la mano del extranjero. Flores no tiene otro enemigo que los blancos; Mitre no tiene más adversario en vista que las provincias, don Pedro II no tiene más enemigo que la ex República de Río Grande.

Una vez que los paraguayos efectúan la retirada del territorio argentino, donde eran acogidos como aliados, la alianza pierde el objeto aparente que tenía, dejando a los dos presidentes del Plata, aliados del Brasil, en la triste situación de pelear sin interés directo para su país, y sólo con el objeto humillante de rescatar territorios del soberano brasilero.

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

o Paraguay: Queda arrasado tras perder el 70% de la población total y el 90% de la población masculina. La mujer paraguaya se ve obligada a cumplir los roles del hombre, y a abandonar sus convicciones religiosas y morales para repoblar el país. Todo esto lo hacen de forma totalmente voluntaria. Además, a Paraguay le corresponde pagar sumas por las pérdidas en la guerra y sanciones económicas que se le imponen. Pierde muchas industrias. No tiene otra opción que recurrir a la banca londinense, cosa que no había hecho nunca, endeudándose. Un país que lucia prometedor, queda totalmente devastado, se pierde una generación completa causando tal retroceso que aún hoy en día, más de 120 años después, se mantiene vivo en la memoria del pueblo paraguayo. Probablemente otra seria la situación del Paraguay actual de no haber sido por esta guerra.

o Argentina: La guerra le es completamente inútil a Argentina. No logra ningún tipo de expansión territorial; gran cantidad de caídos; sus soldados supervivientes vuelven trayendo consigo una epidemia de fiebre amarilla y cólera, y hay un aumento de la deuda exterior por el financiamiento de la guerra. Quizá el puerto de Buenos Aires haya conseguido un beneficio leve a causa de que Paraguay no estaba más en condiciones de competir, pero las desventajas superan ampliamente las ventajas.

o Uruguay: Similar a Argentina, agregándosele toda la incertidumbre que acarrea el ocupamiento de Montevideo por Brasil.

o Brasil: Aunque también pierde una numerosa cantidad de hombres y se endeuda con Gran Bretaña, Brasil anexa todos los territorios que tenía en litigio con Paraguay, se queda con sus industrias y mantiene su provincia de Matto Grosso.

ALBERDI: EL "TRAIDOR"

Los textos leídos recientemente corresponden, en su mayoría, a Juan Bautista Alberdi, quién relato la guerra de forma objetiva, hizo lo posible por cambiar la situación y por ello fue llamado por algunos, traidor, aunque sus escritos no pudieron ser refutados exitosamente, ni siquiera por el Doctor García.

A Alberdi se le llamó traidor por haber sido un opositor declarado a la guerra contra el Paraguay, de acuerdo con sus escritos relativos al imperio de Brasil, único y verdadero enemigo de aquél país, y cuyo odio imperialista no teníamos nosotros porque condividir. Alberdi había sido ministro de la República Argentina ante varias naciones de Europa y ante el Vaticano, en la época de la Confederación, y durante los gobiernos del general Urquiza y el doctor Derqui, o sea, cuando Buenos Aires se separó del resto de las provincias, constituyéndose en "Estado independiente", segregación que duró de 1852 a 1861.

Posteriormente Alberdi, por los peligros que representaba, fue sustituido por Balcarce, pero no desistió: fuera de toda posición oficial, continuó demostrando que Buenos Aires no expresaba la opinión propiamente nacional de Argentina.

Se le acuso repetidas veces de traición y se publicaron cartas con el objetivo de llamar la atención al pueblo, pero nunca se logró que este condene a Alberdi.

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

JUAN BAUTISTA ALBERDI – La guerra del Paraguay.

DAVID PEÑA – Alberdi, los mitristas y la guerra de la Triple Alianza.

RAMÓN GARCIA-PELAYO Y GROSS – Pequeño Larousse en Color: Historia y Geografía.

Apuntes varios




TRABAJO REALIZADO POR:

ALEJANDRO DANINO

aletano[arroba]hotmail.com
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